jueves, 17 de enero de 2013

Curiosidades: la indumentaria del soldado romano






El cine, como está mandado, siempre ha dado una imagen errónea del mundo romano, sobre todo en las grandes producciones cinematográficas de los años 50 y en las películas peplum de los 60 si bien justo es reconocer que, últimamente, cuidan mucho más esos aspectos y ya tienen otros tintes de veracidad. Así pues, convendría dar un repasillo a lo que de verdad portaban sobre sus fibrosas carnes las tropas romanas, ya que mucha gente sigue pensando que lo que ve en las películas era la realidad. Veamos pues...

EL CALZADO

El calzado militar era la caligae, una sandalia fabricada en una sola pieza en base a un patrón de forma que la producción en masa era bastante fácil. Según las Etimologías de Isidoro de Sevilla, el término caligae proviene de callum, que significa cuero duro. Todos los componentes del ejército usaban éste tipo de sandalia, independientemente de su rango. Para su elaboración se usaba una gruesa piel de bovino bien engrasada para aumentar su flexibilidad, así como para impedir que se pudriese con la humedad. 



El proceso de fabricación era bastante simple. Una vez recortada la pieza, se cosía por el talón para cerrarla y, a continuación, se le añadía una suela de poco más de 1 cm. que previamente era reforzada con clavos de cabeza cónica. Según Flavio Josefo, el sonido que producía una unidad romana caminando por lugares pavimentados era "terrorífico". En la ilustración de la derecha podemos ver el patrón de corte, su aspecto una vez concluidas y una suela claveteada original, hallada en una excavación arqueológica. 

La caligae estuvo en uso al menos hasta el siglo II d.C., y a partir de ese momento se generalizó un tipo de calzado similar al civil. En todo caso, la caligae era un calzado bastante eficaz, ya que permitía un ajuste perfecto al pie y, muy importante, al estar éste ventilado impedía la aparición de ampollas y hongos debidos al sudor. Para los climas fríos era habitual usar bajo las caligae unos calcetines de lana o fieltro (udones), así como envolver las pantorrillas en pieles de cordero sujetas con correas.



Otro tipo de calzado usado habitualmente en las provincias situadas al norte, donde la climatología era más adversa, era el calcei, una bota cortada mediante un patrón similar pero totalmente cerrada, quedando abrochada al tobillo por unos cordones de cuero de forma similar a la caligae. El calcei era además el tipo de calzado usado por los legados y tribunos militares ya que era considerado como más propio de su rango. Al igual que la caligae, la suela iba claveteada. Así pues, como vemos, esa imagen típica del soldado romano calzado con unas sandalias cuyas tiras recorren toda la pantorrilla para cerrarla es más falsa que una moneda de tres duros.

ROPA INTERIOR

Como aún no se habían inventado los gayumbos, los romanos usaban un taparrabos denominado subligaculum, usado tanto a nivel civil como militar. Es habitual imaginarlos con el típico calzón o bracae (de donde proviene el término braga) que, en realidad, era usado por la caballería. Este bracae, como digo, era un calzón ajustado que llegaba por debajo de las rodillas y se fabricaba con piel o lana gruesa. Su utilidad era más que obvia: impedir que las piernas del jinete rozasen con la áspera silla de montar. Al parecer, sólo en climas fríos usaba la infantería estos calzones que, junto a los udones, impedían que al personal se le congelaran las piernas. Pero las tropas de infantería que operaban en climas templados no iban provistas de bracae, y bajo la túnica sólo portaban el subligaculum. En la lámina de la derecha podemos ver tanto su aspecto como si forma de sujetarlo al cuerpo. En cuanto a la materia prima utilizada para su confección, no se sabe con certeza si bien, como era habitual en Roma, debía ser lana o lino o, posiblemente, ambos en función de la época del año. 

LA TÚNICA


La túnica militar del ejército era una prenda básica muy amplia y holgada, fabricada generalmente de lana. El color de la misma no se sabe con certeza, y sobre eso llevan muchos años debatiendo los historiadores interesados en estos temas ya que no hay fuentes históricas que den luz sobre esto. Hay diversas teorías al respecto si bien la más extendida es que, simplemente, iban en su color natural, o sea, crudo o blanco. Era, como digo, una prenda amplia que, en función de la corpulencia del sujeto podía medir entre 90 y 120 cm. de largo por unos 75 a 120 cm. de ancho, quedando las mangas caídas sobre los hombros cubriendo casi hasta el codo. Su forma era como una camiseta actual, pero sin forma para la abertura del cuello. Algunos autores afirman que esta abertura era lo suficientemente grande como para sacar por ella, además de la cabeza, un brazo a fin de poder trabajar más ligeros de ropa en caso de hacer calor. Al ser pues dicha abertura tan grande, cuando se usaba con normalidad se anudaba la tela sobrante a la espalda, quedando el nudo como una protección bajo el cubrenucas de la galea. Por norma, la túnica siempre era de manga corta salvo en climas muy fríos ya que entre los romanos se consideraba signo de afeminamiento usar mangas largas, estando solo permitido a los hombres de avanzada edad.


La túnica se ceñía con el balteus, un cinturón de cuero del que pendían unas tiras del mismo material recubiertas con apliques metálicos y, por lo general, terminadas en peltas. El balteus tenía como principal cometido proteger la zona púbica del combatiente y, aunque no lo parezca, era una defensa eficaz contra golpes de filo. Hay que tener en cuenta que hablamos de una época en que la defensa pasiva en todas partes estaba encomendada básicamente a los yelmos y escudos, por lo que proteger los bajos con éste invento era incluso sofisticado.



Sobre la túnica se vestía el subarmalis, una prenda acolchada destinada a proteger el cuerpo de los roces de la lóriga. El subarmalis estaba fabricado con varias capas de lana o lino, y llevaba refuerzos en la zona de los hombros. Se cerraba por los costados, tal como vemos en la imagen de la derecha. Como complemento usaban el focale, una especie de bufanda similar a los pañuelos de cuello usados actualmente en el ejército y, al igual que el subarmalis, su misión era proteger el cuello de los roces producidos por la lóriga. 



EL ABRIGO

Como ya he comentado alguna que otra vez, en el ejército romano no se usaban esas capas rojas que siempre aparecen en las películas. Salvo el legado, que sí usaba un manto de éste color como símbolo de su rango (el paludamentum), el resto del personal se protegía de las inclemencias del tiempo con el sagum o la paenula


El sagum, cuyo aspecto podemos verlo en la foto de la izquierda, era un capote de lana basta de un color marrón oscuro que podía ir provisto de capucha. Se sujetaba de la forma habitual en el mundo romano, o sea, con una fíbula, y no anudado a la lóriga, como aparece en las pelis. El sagum era una simple pieza rectangular de tejido, la cual era impermeabilizada con la adición de aceites. Además de como capote era usado como manta y como petate, haciendo con el mismo un hatillo que iba colgado de la furca, un palo en forma de T en el que el legionario portaba su impedimenta personal. 





La paenula era una especie de poncho provisto de capucha fabricado de forma similar al sagum. Ésta prenda no precisaba de fíbulas, ya que cubría todo el cuerpo. Cabe suponer que la paenula se usaba más bien en climas fríos y, como en el caso del sagum, también era usado como manta y petate. Obviamente, para entrar en combate jamás se usaban estas prendas por razones obvias. Su uso quedaba pues limitado a las marchas, las estancias en los campamentos y las guardias. Como vemos, esto también forma parte de la larga lista de errores a los que solemos estar habituados, así que quede claro que en el ejército romano, el único que iba protegido por un manto rojo era el legado. 

Bueno, el resto de la impedimenta del soldado romano ya era todo lo tocante el armamento, así que eso lo dejaremos para otra entrada. 

Así pues:

Hale, he dicho

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